Actitud..

sábado, 1 de octubre de 2011


La crisis y la falta de trabajo hacen que se respire en el ambiente un olor agrio de tristeza y desconsuelo que va impregnando calles, cafeterías y muros de Facebook. Cada día leo en estos, en tweets o posts gente quejándose por lo mal que está, por lo mal que se siente o por la cantidad de problemas que tiene. (La culpa también es del Sr. Zuckerberg por preguntar ¿Qué tal estas hoy? O actualiza tu estado! Si no, no nos enteraríamos ni de la mitad)
Pero este aurea de negatividad y malas rollos no cambiará sino cambiamos nuestra manera de afrontar las situaciones ni nuestra actitud a la hora de enfrentarnos a ellas.
Tengo un día marcado en el calendario como “día raro, que pasará?”, por la cantidad de cosas que me han sucedido a lo largo de los años en esta señalada fecha. Es un día en el que, por casualidad o causalidad, la vida me pide que decida sobre cosas importantes que cambiarán el rumbo de mi camino.

Pasó de ser una fecha bonita a una fecha maldita en la que prefería no salir de casa. Quedarme en la cama, con la luz apagada, tapada hasta el cuello con un paquete de kleenex como compañero de sábanas. Esa era mi única opción para ese día. Hasta que decidí decir: ¡Basta!
Esa no era mi actitud. No era yo. Una persona positiva 365 días del año. Con sol o con lluvia, con pasta o sin ella, con amor o sin él. Así que decidí afrontar el día sonriendo y con actitud positiva. Desde entonces los días cambiaron, ni a mejor ni a peor, solo cambiaron.
Cuando hace unos años decidí cambiar para darle otro sentido a mi vida y llegar donde estoy ahora, no sabía lo que iba a suceder, simplemente dije: quiero esto. Lo quiero y punto. Sonriendo eso sí, pero sin imaginar por todo lo que iba a pasar.
De trabajar en un Ayuntamiento con un buen sueldo, a quedarme en el paro con una mísera paga por haberme dejado mal aconsejar. De poder recuperar ese trabajo a decir NO y hacerme autónoma. Hasta llegar a este punto de dirigir mi propia empresa he pasado por estados de agonía, histeria, lloros, alegrías, risas, desesperación, trabajo duro y recompensa.
Fue como aquel “si quiero” de años atrás, sin saber que pasaría años después…
En el trabajo, como en la vida diaria, nuestra actitud determina como va a ser el día siguiente, el otro y el de más allá. Si nos pasamos el día quejándonos, tapados hasta las orejas entre las sábanas ¿que esperamos?
¿Por qué no adoptamos una actitud diferente? La de “hoy puede ser un gran día” o “voy a comerme el mundo”?. Suena a tópico lo sé, pero creo en ello y me levanto todos las mañanas pensando que puede ser así y contagiando a los de mi alrededor de ese positivismo que me caracteriza.
No digo que vayamos a salir de este bache mundial sonriendo a carcajadas, pero sí llevando una sonrisa diaria y pensando que no hay mal que cien años dure.
Si yo lo hice de manera personal y sola, ¿por qué no podemos hacerlo entre todos? Los españoles nos caracterizamos por ser alegres, incluso en las situaciones más difíciles, poniendo siempre un toque de humor, aunque sea humor negro. A mi me encanta llorar mientras rio, y reír mientras lloro.
Un día decidí no quejarme más, y si lo hacía que fuera en voz baja o con mi toque personal de humor, y así me va, recuperando los dos años de angustia económica y personal. Dirigiendo un sueño hacia la realidad, trabajando en lo que me gusta después de tantos años no siendo realmente feliz. Si, a los 30ytantos, sin más amor que el mío propio y el de mi familia. Cayendo y sin un hombro en el que llorar, pero con muchos en los que apoyarme mientras me levanto y seco las lágrimas.
¿Por qué no sonreímos más? ¿Por qué no buscamos el trabajo que nos gusta para seguir adelante? ¿Por qué no nos apoyamos en esos hombros que tenemos a nuestro alrededor? ¿Cuál es tu actitud?
No sé, es solo mi opinión… 

 

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